Columna: Un director se prepara para hacer Ultraviolencia
Escrito por Marco Velez Esquivia
Mañana empiezo mi próxima película, siempre se siente como en esa escena de Tron: Legacy donde Sam Flynn está a punto de darse cuenta de la oficina detrás del juego y eso es lo que lo lleva a Tron. Mi cabeza comienza a entrar en este mundo irreal de la película, se siente allí adentro y es como que comienzas a llenar el universo de esa película con más y más imágenes.
Después de un gran número de reuniones con los actores, y el hecho que odio hacer ensayos por el axioma universal del teatro de “debiste venir el Martes ya que ese día la obra estuvo increíble”, comienzas a prepararte como director. Aunque la película la has visualizado desde que lees el guion, la verdadera conceptualización de la película comienza a suceder cuando ya falta muy poco.
Ultraviolencia son dos películas en una. Tiene una película dentro de otra película, y comienzas a explorar cómo diferencias esos dos mundos visualmente (y en sonido después). Y mi proceso siempre es el mismo: comienzo a ver películas en búsqueda de cosas para inspirarme (y para robar).
Particularmente para Ultraviolencia comienzo a ver muchas películas, ya sea completas o por pedazos, no solamente para sacar referencias, sino también para sentir la película, ir llenando esas imágenes con sentimientos y sensaciones. Llevar esas palabras que están en un medio 2D a una realidad 3D que finalmente llega a tus ojos en un mundo 2D.
Entonces vuelvo a ver The Knick y muchas de las películas de Steven Soderbergh como Side Effects, vuelvo a ver películas de Hitchcock como Psycho y Vertigo, comienzo a analizar cómo hacer una diferencia entre shallow focus para aislar a los personajes y cómo usar deep focus, a lo Citizen Kane, de una forma amenazante pero que en otro contexto funcione como que dos personajes pareciera que se están acercando.
Ultraviolencia es mi primer proyecto donde he tenido que alejarme de un modo instinto, “de lo que siento que es correcto para la película”, y diseñar su mundo visual desde un punto de vista más de guion y estructural el cual imite mucho de los elementos que puse en el guion. Esto no significa que es mejor o peor que mi proceso en películas anteriores, sino que cada película tiene su propio proceso. O al menos, a eso aspiras porque no quieres que todo sea igual y entres en piloto automático.
El proceso continúa analizando otras películas como All About Eve, la cual creo que tiene uno de los mejores guiones que se han escrito en la historia del cine, y veo Being There, la cual es en mi opinión una de las mejores películas fotografiada. Hay imágenes bonitas y hay imágenes que te muestran algo.
Vuelvo a ver Mank, de David Fincher, acostado en la cama de mi AirBnB de producción por quinta vez (y tercera vez esta semana) para canalizar mucha de la energía de esa película ya que tiene similitudes espirituales pero a diferencia donde Mank encuentra su alma y su auto-respeto por su trabajo, en Ultraviolencia, el personaje se hunde más allá en su narcisismo. Otras películas de Fincher que vuelvo a ver son The Girl with the Dragon Tattoo y The Social Network.
La industria del cine atrae desproporcionalmente a una gran cantidad de narcisistas pero a la vez tiene mucha humanidad. Y con Ultraviolencia, una de las razones de porque puse la película en este mundo, es porque quería mostrar a la vez lo enredado y mundano que es hacer películas pero a la vez la gran magia que tiene.
A medida que entro en este mundo de forzada colaboración, y aunque un director de cine es como un quarterback donde desproporcionalmente todos los elogios y toda la culpa la tiene el director, lo más interesante de hacer una película es poder descargar todas estas imágenes, todas estas estructuras y arquetipos, todos estos sentimientos, todos estos sonidos y sensaciones, en las personas que hacen posible hacer una película.